Durante las fiestas, he estado pensando cómo me gustaría que sea este Año Nuevo en mi vida. He recibido muchos correos que invitan a establecer una intención, otros a hacer listas con diversos objetivos, o a planear con cuidado, y en fin, hacer todo lo que se pueda para asegurar que el siguiente año, va a ser de crecimiento y prosperidad. Sin embargo, una parte de mí, no está convencida de que uno puede forzar las cosas.
En el camino de mi vida, siempre he sido planeadora, muy estructurada y he seguido las recomendaciones de líderes del desarrollo personal al pie de la letra y si bien muchos de estos consejos han sido valiosos y me han servido mucho, hoy que acaba este año, no son suficiente.
Mi corazón me dice que el único objetivo que va a guiar mi camino este Nuevo Año, es el de encontrarme con Dios en silencio. El Rey Salomón nos advierte no apresurarnos a la presencia de Dios con palabras. Me he dado cuenta de que mi alma ansía caminar este año escuchando más que hablando. Estoy segura que después de que casi lo he dejado sordo, (con mis oraciones, mis preguntas, mis racionalizaciones, y mis deseos), Dios ahora me pide silencio pues quiere darme respuestas. Quizá sea por eso que ahora me siento lista para escuchar más profundamente.
Siento la necesidad de hacer silencio y acercarme a mi Padre para sentirlo, para glorificarlo, y para empaparme en su Santa Presencia. Intuyo desde lo más profundo de mi corazón que Dios tiene mejores ideas que las que yo pudiese jamás llegar a tener, y estoy muy, pero muy interesada en saber qué me quiere decir…
He decidido declarar o nombrar este año nuevo mío, como El Año de los Milagros porque quiero experimentar qué pasa cuando me acerco a Él en silencio, cuando me abro a sentir la Gracia Divina, cuando paro de querer controlar mi existencia, cuando paro de hablar sin cesar…
Conscientemente, decido darle más espacio a las manifestaciones divinas de Dios en mi vida. Él sabe mucho mejor que yo, cuáles son los caminos que he de seguir para glorificarle y para honrar mi vida.
Si algo he aprendido, es que todo empieza en Padre. Todo es de Padre. Todo va hacia Padre. Padre lo es todo: la semilla y el fruto…y que es a través de Él que uno adquiere el poder para manifestar riqueza, crecimiento, expansión. Todo parte de Él y yo quiero honrar esta verdad en este año que entra.
Y a usted, ¿Qué le dice su corazón sobre esta nueva etapa que comienza? ¿Cómo quiere bautizar este Nuevo Año de Su Vida? ¿Es su Año de la Paz?, ¿Es su Año del Amor?, ¿Es su Año de la Riqueza?, ¿Es quizá, su Año de la Aventura?, ¿Su Año de la Libertad? ¡Cuénteme!
Que descienda sobre usted , el amor y el estado de Gracia que sólo Padre puede darle. Que en este Nuevo Año, conozca quién es Padre y decida vivir y caminar en su nombre.
En Luz,
Yvonne
¡Gracias por leer¡