¿Se ha sentido resentido con Dios? ¿Siente que Dios está ahí, pero no para usted? ¿Se ha preguntado por qué Dios parece ayudar a otros, pero no a usted? ¿Siente a Dios como un ser lejano, podoroso pero lejano?
¿Siente que pide y pide, pero no recibe respuesta? O tal vez, ¿Se siente culpable porque en su vida solo ha buscado a Dios cuando le necesita y ahora siente que ha perdido el derecho de buscarle de nuevo?
Y a la vez ¿Siente un gran anhelo por conocer quién es Dios y mantener con Él una relación cercana e íntima?
Si respondió “sí” a algunas de estas preguntas, lo más probable es que tenga su espíritu herido.
Cuando nacemos, nuestra experiencia de lo Divino es fuerte y amorosa, pero conforme vamos creciendo, las experiencias traumáticas que vamos viviendo nos alejan de Dios. Estas experiencias traumáticas, van dejando heridas dolorosas y nos hacen sentirnos separados y solos, olvidados y sin importancia; y crean barreras para la conección íntima y amorosa con Dios hasta que, para muchos, la conección se hace débil o muere y no sabemos qué hacer al respecto. Algunos de nosotros, nos amargamos y nos enojamos y entonces, negamos la realidad de la existencia de Dios, otros, pierden la esperanza y su fe.
Todavía otros, hacen el intento de mantener una práctica espiritual, como por ejemplo, la oración, meditación, o rituales pero con el tiempo, son incapaces de mantener esta práctica. Y por último, están aquellos que encuentran la conección espiritual pero aún sienten que algo falta para que puedan entregarse por completo a la conexión con Dios.
Entonces, ¿qué hacer para sanar estas heridas? ¿Cuáles son los pasos para recobrar la pureza con la que nacimos y volver a esa inocencia que nos permita experimentar la Gloria de Dios plenamente?
Creo que en primer lugar es necesario aceptar que estamos molestos, resentidos, adoloridos o que nos sentimos abandonados y olvidados por nuestro Creador. Una vez hacemos aceptamos y declaramos esto, es importante hablárselo y dejarle saber cómo nos sentimos (Él ya lo sabe por supuesto, pero se necesario que seamos nosotros los que nos acerquemos a Él con la verdad de lo que sentimos). Y una vez nos hemos desahogado también es importante declararle que queremos reconectarnos con Él, pedirle que nos enseñe el camino para encontrarlo dentro de nosotros, en nuestra vida diaria. Pídale sin pena que se manifieste en su vida, invítelo a compartir su vida y enséñele que quiere volver a Él.
Si usted lo pide, los ángeles de Dios descenderán con su amor y su luz, para ayudarle en este encuentro sagrado.
Yo le estaré compartiendo frases poderosas para que en un momento de silencio, cuando esté a solas, prenda una velita y poniéndo sus manos sobre su corazón, la repita con amor. Estas frases irán sanando poco a poco, las heridas de su espíritu herido e irá recobrando su inocencia y su confianza en que Dios sí está ahí para usted, en que le ama más que nadie y que usted sí importa, que sus oraciones son escuchadas y que en usted habita un código divino que le conecta directamente con el Creador, con el Rey de Reyes.