A continuación otro testimonio maravilloso de una de mis lectoras, para inspirarnos y confirmarnos que el Amor de Dios y sus Milagros están siempre a nuestro alrededor, cuando estamos dispuestos a admitirlos y recibirlos:
«Esto es algo que le pasó a una tía abuela mía. Ella recién había tenido a su hijo cuando a él le detectaron una enfermedad muy fuerte y con los doctores que ella había ido le dijeron que su hijo no viviría. De pronto en el bus se encuentra a una persona desconocida y el tema de su hijo sale a la luz y esta persona le dio el nombre de un doctor y una dirección. Ella sin pensarlo 2 veces, fue a verlo y el doctor muy amoroso le dijo que su hijo iba a vivir y le regaló un frasco de unas pastillas muy pequeñas. Mi tía se las dio al siguiente día su hijo. En el transcurso de la semana había mejorado a un 100 por ciento. En esa misma época, mi tía se encontró a una conocida que al ver la mejoría que le había dado el doctor al hijo de mi tía, ella quería ir también. Mi tía sin dudarlo le dio la dirección, a las horas siguientes regresa la amiga muy molesta y le dijo que no fuera envidiosa y que le diera la dirección real porque donde ella le había mandado no había ningún doctor.
Mi tía muy desconcertada ofreció acompañarla para enseñarle el consultorio. Al llegar a la dirección quedó perpleja porque donde el doctor le había dado las medicinas era una bodega y había desaparecido el consultorio por completo de un día para otro. Al preguntar a una persona que pasaba cerca que por qué habían quitado el consultorio les respondió que esa bodega había estado abandonada hacia años. Ahora este niño que algún día desahuciaron, le falta un año para convertirse en sacerdote gracias a un ángel doctor.»