La Guía Divina puede darse desde muchos niveles, desde el más superficial hasta el más complejo y profundo. Dependerá de nuestro grado evolutivo, de purificación y de conciencia. Por eso la Guía Divina se manifiesta como una experiencia distinta para cada quien, porque cada quien está en diferentes niveles de conciencia, de patrones vibratorios, de preparación, de purificación y de experiencia almática.
Toda petición debe ir pura, desde el corazón, con un solo propósito: el de estar alineados con el camino que venimos a recorrer al planeta según los designios y acuerdos que hicimos como almas antes de entrar al planeta a través de un cuerpo físico.
Muchas veces nuestras peticiones contradicen el lugar, las acciones, las experiencias y las vivencias que nuestra alma decidió, en libertad, venir a tener aquí y es por eso que sentimos que las respuestas nunca llegan.
Sin embargo, las respuestas llegan siempre, pero estamos tan obsesionados con resultados específicos de acuerdo a lo que nosotros imaginamos que es lo mejor para nosotros, que cuando las respuestas llegan, no estamos en capacidad de verlas pues nuestra atención está enfocada en un solo punto lo cual nos impide ver otra cosa más que el punto en el que estamos enfocados.
Perdemos de vista que aquello que pedimos deberá cazar, como pieza de rompecabezas, en un contexto mucho más amplio y magnificente del que creemos al momento de hacer nuestra petición. Es por eso que todo aquello que pedimos debe ser considerado como algo que va a tener impacto en toda nuestra vida, en la vida de los seres que nos acompañan y en la vida del planeta, y al ser así, yo sugiero agregar, a toda petición, la frase:
“Pido esto, si es para mi mayor y más alto beneficio y el de quienes me rodean, de acuerdo a Tu voluntad y al bienestar de mi Alma”.