A través del tiempo y por la influencia de nuestro ego, de otras personas o instituciones, vamos perdiendo el verdadero significado de lo que es la oración y operamos bajo ciertos conceptos que son erróneos. Si es verdad que queremos entrar en una comunión verdadera con Dios, sería prudente evitar los siguientes malentendidos de lo que es la oración:
Concepto Erróneo #1: La oración es solamente para pedir por necesidades materiales Algunas personas entran en oración como una forma de adquirir cosas de Dios. Y si bien Dios mismo nos dice que le pidamos por las cosas materiales que necesitamos y si bien no tiene absolutamente nada de malo, ese no es el propósito primario de la oración. Si la oración de algunas personas se limita a realizar un pedido con Dios como se pide en un catálogo, y estas personas esperan que Él responda enviándoles el pedido que hicieron en la hora y el día en que lo esperan, no es de extrañar que se sentirán muy decepcionados o defraudados, si esto no ocurre así.
La oración por necesidades materiales es la forma más simple de oración que hay y la que requiere la menor cantidad de energía espiritual. Jesús nos enseñó que nuestro Creador sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos (Mateo 6:8). Después Jesús hablaba a sus seguidores y les decía que no tenían que preocuparse de sobre qué iban a comer o con qué iban a vestirse. Jesús nos enseñó el esplendor con que Dios viste los campos de flores, el cuidado con el que Él cuida a los pájaros en el aire. Y sobre los bienes materiales Jesús decía “Vuestro Padre sabe que los necesitan” (Mateo 6: 25-33)
Nosotros no necesitamos convencer a Dios de lo que necesitamos, pues no solamente Él ya sabe lo que necesitamos, sino que somos más importantes para Él que las flores en el campo y que los pájaros en el cielo. Su provisión nos da amplia evidencia de que él nos provee y además, de que no debemos perseverar y esforzarnos a través de la oración por bienes materiales sino que debemos enfocarnos en una oración centrada en lo trascendente. Cuando las personas buscan usar la oración como solamente una forma de obtener bienes materiales, deseos o necesidades, esas personas nunca va a descubrir el poder sobrecogedor y sagrado que se hace disponible a través de la oración.
En este caso, sería mejor pedir por confianza profunda, por la certeza de que todo lo que necesitamos se nos es dado (Mateo 7:7-8)
Concepto Erróneo #2: La oración es para convencer a Dios de implementar nuestras ideas
Algunos entran en oración como si la oración le va a dar a Dios nueva información o inspirarle nuevas ideas. Algunos abordan la oración como si es la responsabilidad del que pide decidir lo que Dios debería hacer y luego como si necesitara convencerlo de que hay que hacerlo. Este tipo de persona que pide así, se ve a si mismo como teniendo que vencer las objeciones, la inercia y el mal hábito de atrasar las cosas que según su visión, Dios tiene. Esta persona siente que Dios siempre empieza no estando de acuerdo con lo que esta persona pide y que debe “ganarse a Dios”. Esta más que una oración, parece una batalla de voluntades. Entonces, esta forma de relacionarse con Dios a través de la oración hace que la persona gaste una gran cantidad de energía sin necesidad, pues esta persona está siempre tratando desesperadamente de usar las palabras correctas, de encontrar la formula perfecta, el orden perfecto de decir las palabras que quiere decir. Esta persona está siempre en la búsqueda de la forma adecuada de acercarse a Dios para que Él entonces actúe sin demora. Esta persona cree en el mito de que es difícil obtener respuesta de Dios a sus oraciones.
La verdad es que Dios responde a las oraciones, lo que no hace es seguir instrucciones. El corrige a aquellos que atentan darle instrucciones. (Isaías 40:13-31). Sin embargo, Él ama nuestras oraciones y se deleita en ellas, y la oración poderosa ocurre cuando Dios, quien anhela darnos, es encontrado por el hombre que anhela recibir. Dios es el iniciador. El secreto de la oración poderosa no está en cómo pedir, sino en cómo recibir.
Concepto Erróneo #3 La oración es para recordarle a Dios sus promesas
Algunas personas entran en oración como si Dios olvida o reniega de sus promesas, y depende de las oraciones para recordarle de sus promesas. Nuestro Creador no necesita que le recordemos lo que ha prometido. Las promesas que nos ha hecho las hizo para incitar en nosotros la esperanza, para darnos confianza y paz y para que nos contentemos y nos regocijemos en ellas (lea Los Salmos completos). Pero, a veces entramos en oración como si somos responsables de encontrar la promesa en las escrituras la cual puede ser construida e interpretada como garantía del resultado que necesitamos y una vez encontramos la promesa corremos ha Dios para enseñársela y exigirle que la cumpla.
Este tipo de oración trata la palabra de Dios como si fuera un catálogo. La persona decide lo que Dios debería hacer, mira la Biblia hasta encontrar el verso que combina con el plan de la persona y pone la orden con Dios. Cuando nos acercamos a la oración de esta forma – como si Dios buscara esquivarse de la promesa que nos hizo y como si tenemos que recordársela- nos drena completamente de energía y terminamos sufriendo de fatiga espiritual en la oración y podemos terminar resentidos con Dios. En realidad, si esta es nuestra tendencia, la intención nueva aquí es la de dar la vuelta a su mente y a su corazón hacia el Creador, y permitir que sea Él quien le recuerde a usted de sus promesas y de las mil y una formas en que puede contar con Él. Sus promesas no son para que usted las use para salirse con la suya sino más bien, son una forma que Él usa para inspirar fe y confianza dentro de usted.
Concepto Erróneo #4 La Oración ayuda para sacar riquezas de las manos renuentes de Dios
Algunas personas entran en oración como una forma de engatusar o tratar de convencer a Dios para que derrame riquezas sobre la persona, pero la oración no se trata de sobrepasar la reticencia del Creador sino en entregarse a su buena voluntad y disposición. Nuestro Creador nos ofrece diariamente, a cada instante, sus recursos, y nos invita tomar sus regalos. A Él no hay que estarlo convenciendo de que nos de sus bendiciones. Dios no es tacaño ni avaro. Sus riquezas están a nuestra disposición si tan solo nos olvidásemos de ellas y le diéramos prioridad a alabarlo y a alegrarnos en nuestra vida.
Cuando pedimos tratando de sacarle riquezas u otra cosa que necesitamos, desperdiciamos mucha energía sin necesidad. Aquí de nuevo la intención es alimentar y pedir la confianza profunda de que ya tenemos todo lo que necesitamos, ya es nuestro. Sería mejor entrar en una oración de alabanza y de conteo de bendiciones, y gratitudes por lo que ya es.
La oración no se trata de cambiar la mente de Dios, sino de compartirla. No se trata de alterar el plan de Dios, sino de implementarlo.