Hay momentos en los que hemos tratado de encontrar soluciones a problemas apoyándonos unicamente en nuestras propias habilidades y destrezas de pensamiento, deducciones basadas en experiencias pasadas y sistemas de creencias que nos son familiares, y a pesar de todos nuestros esfuerzos no encontramos el alivio o la resolución que necesitamos.
En esos casos, este tipo de oración es ideal. Cuando decimos algo como:
“Amado Padre,
Estoy dispuesta a liberar todo lo que pueda estar obstaculizando mi camino. Asísteme por favor, en rendirme a las fuerzas del amor divino para mi mayor y más alto beneficio de acuerdo a Tu entendimiento y definición.
Yo soy tuya, te entrego mis problemas, mis angustias y esto que hoy no logro superar (entender, resolver, dissolver…).
Gracias, gracias, gracias. Así es y hecho está.
Amén.”
La oración de entrega nos coloca en un lugar llamado Punto de Pausa, que es un lugar muy potente de espera. Espera por ayuda. Espera por una respuesta. Espera por una señal. Lo que hace este espacio de espera potente es que entretejido en la solicitud de rendición está el darle nuestras cargas a un poder superior, el poder de nuestro amado Creador.
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