A veces, cuando oramos, podría ser que veamos una respuesta inmediata que podemos entender e identificar con claridad y sentimos que Dios nos está diciendo “si”. A veces recibimos la respuesta “todavía no” y a veces “no”.
Ese “no” es difícil de escuchar pero debemos entender que no es un rechazo o negación de Dios a nuestra petición, sino que el tipo de energía que estamos enviando no es lo suficientemente fuerte para cambiar la situación. Necesitamos más condiciones. La oración siempre tiene un resultado. Siempre. Pero el nivel de resultado varía. Cuando la respuesta es “no”, no significa que la oración es inefectiva. Puede estar creando resultados que todavía no logramos ver. Muchas veces no conocemos nuestras necesidades verdaderas y Dios nos conoce mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos.
No es nuestro lugar juzgar las respuesta de Dios, sino confiar en que la respuesta ha sido dada, a pesar de que no nos guste y no sea lo que hubiéramos esperado y que Él, que sabe todos nuestros caminos, tiene una magnífica razón. El llamado es a entrar en oración en humildad, y dejar fuera la arrogancia y nuestro hábito de creer saber qué es lo mejor para nosotros y para los demás.
Amado Padre,
Acepto tu respuesta,
En humildad, en sencillez, sabiendo que Tu sabes mis caminos y el de los demás.
Que mi ego se aparte
Que mis arrogancia se apague,
Que sepa yo entender y respetar mi lugar ante Ti y pueda yo aceptar Tu voluntad y que esta está siempre a favor de mi mayor y más alto beneficio.
Gracias, gracias, gracias.
Amén.