¿Le ha escrito cartas a Dios? Yo encuentro que es una forma de oración que me permite expresarme abiertamente con Él-Ella, y en donde me doy la oportunidad de decirle lo que realmente pienso y siento en ese momento.
A continuación una de mis cartas a Dios, la cual escribí después de haberme topado con una pared gigante, cuando supe que era momento de cambiar las cosas. ¡Tal vez usted se anime a escribir la suya!:
Amado Padre,
Si este no es el camino por el cual debo ir para honrame a mi misma, a mi alma y a Ti en mi, me aquietaré, me silenciaré, encontraré momentos sagrados para estar contigo y dejarte hablar.
Estoy, al fin, dispuesta a escucharte.
Estoy cansada de insistir en caminar el mismo camino, estoy cansada de negarme a ver lo que tienes para enseñarme.
Mi alma está sedienta de Ti y de mi siendo ambos, Uno.
Quiero transitar mi vida en congruencia con lo que mi alma decidió venir a hacer aquí.
Me hago responsable de haberme puesto tapones en los oídos, de haberme encerrado en una sola idea de cómo las cosas debieran ser, de haber cerrado mi boca y haberme tragado las palabras que venían de mi alma, me hago responsable de haber cerrado mis ojos a nuevas y diferentes posibilidades, de haberme obsesionado con lo que yo creía que era lo correcto; acepto que te he dicho no, que he creado una y mil distracciones huyendo de lo que me dice mi corazón, mi intuición y mi Ángel de la Guarda.
Y hoy, encuentro que estoy cansada de eludirte, de eludirme, de empecinarme en la misma cosa; estoy harta de mi propia necedad.
En esta tarde de flores, vine a decirte que me rindo.
Que ya no puedo, ni quiero, hacerlo todo sola.
Vine a decirte que si bien a ratos me siento perdida, mi corazón sabe lo que tiene que hacer, y me lo viene diciendo desde hace mucho tiempo.
Así que vengo a pedirte que me des el coraje de seguir el camino que se que debo iniciar, en Tu voluntad.
Enseñame a caminar contigo, llena de mi verdadero ser. Enséñame la verdad de mi, enséñame de lo que soy capaz, enséñame quién soy, enséñame que nada es imposible para mi, enséñame a dar cada paso en confianza profunda, hacia este nuevo territorio que mi alma desea habitar y vivir.
Aquí estoy Padre, me rindo.
Bajo mis brazos y te permito entrar.
Te escucho.
Gracias, gracias, gracias.