A pesar de nuestro amor por Dios, o a pesar de querer estar completamente convencidos de que Él-Ella en realidad existe, en nuestra humanidad, hay momentos en los que dudamos de que sea verdad que exista.
A raíz de ser protagonistas, o testigos de tragedias y sufrimientos, nos hacemos preguntas tales como: Y, si Dios realmente existe, ¿por qué permitió que esto me pasara? O, ¿Cómo permitió que esto le pasara a esta o aquella persona? Se nos olvida que vivimos dentro del contexto de nuestro libre albedrío y que somos nosotros quienes a través de nuestras creencias, nuestros temores y acciones, elegimos las experiencias a vivir así sean estas duras o terribles. Si estuviéramos realmente conectados al amor y a la luz de nuestro Creador, sabríamos que Él nunca nos abandona y que constantemente pone a nuestra disposición oportunidades, advertencias, promesas, y guía para que caminemos por el camino del no-sufrimiento.
Si estuviéramos todo el tiempo conectados a su Energía, veríamos que toda experiencia dolorosa empezaría a reducirse significativamente hasta desaparecer.
Lo cierto es que, cuando dudamos de su existencia, nuestro espíritu, que se alimenta y recibe su fuerza de Él-Ella, se lastima, se hiere ,e irónicamente esa misma herida nos desconecta de su fuerza y de su amor, lo cual nos coloca fuera del campo energético del bienestar total.
A continuación, encontrará una nueva frase que puede repetir con todo su corazón para sanar su Espíritu Herido y abrirse a la enseñanza de cómo se siente el saber, en todas las fibras de su Ser, que Dios existe:
“A pesar de todas las veces y todas las formas en que dudé y dudo que Dios existe, yo elijo aquí y ahora, conectarme con Él-Ella desde todos los niveles de mi ser, sabiendo que existe, que me ama y que le importo. Así es y hecho está.”