Sobre cómo NO Pedir
Esta es la última entrada que se refiere a Cómo NO Pedir. En los subsiguientes artículos de ésta serie estaré explicando Cómo Sí Pedir.
7. No pedir nada condicionado: Cuando pedimos desde nuestra necesidad de control, desde el ego que cree que sabe mejor que nadie cuál es el mejor resultado para nuestra vida y para la de los demás, cuando queremos «negociar» con Dios y pedimos utilizando frases como:
«Dios, si me das, si me concedes…..entonces, te prometo que nunca más voy a…»
«Si sanas a ….yo te juro que voy a….»
«Prometo que de ahora en adelante voy a … Concédeme esto y voy a cambiar mi vida….»
«¿Qué pasa que no me respondes? Te he estado pidiendo y nada. He hecho todo lo que he podido y ni tú ni tus ángeles parecen interesados en lo que pido, ¿Qué pasa?»
La desesperación, el querer controlar hasta el más mínimo detalle, la arrogancia y la insistencia en no hacernos responsables del papel que jugamos sobre aquello que nos tiene desesperados, nos lleva a usar una estrategia de regateo indigno con Dios. Más que una forma de reflejar nuestra confianza y nuestra fé en un universo benevolente, esta forma de pedir es una afirmación de cuán desapoderados nos sentimos. Ni siquiera nuestros amigos más queridos responden a nuestros intentos desesperados de manipulación, mucho menos Dios y sus ángeles responderán a este tipo de comunicación.
Si esta es la forma en que usted ha estado pidiendo, significa que la resonancia que emite desde su corazón es de miedo y de desconfianza, de duda y de la certeza de que está solo y de que necesita llegar a los extremos de manipular y ofrecer algo a cambio para poder ser escuchado. Ante la emanación desde su corazón de esta energía, no hay respuesta nueva que llegue sino la perpetuación de aquello que teme, y lo cual lo trajo a la petición en primer lugar.
Entonces, cese esta forma de aproximarse a Dios. Mientras lee los siguientes artículos sobre Cómo Sí Pedir, suelte, déje ir sus expectativas y acérquese a nuestro Dios en humildad y diciendo la verdad. Diga algo así como:
«Amado Padre, en humildad me acerco a tí para explicarte que me encantaría y me haría muy feliz si me ayudaras a crear (paz, alegría, alivio económico, protección…etc) pero, si tú tienes una mejor idea, yo la acepto y abro mi corazón, mi mente y mi cuerpo para ti. Que se haga Tu voluntad.»
¡Gracias por leer!
Yvonne