Llevamos en nuestra alma deseos profundos y personales que rehúsan irse hasta que se realicen. A veces, los perdemos de vista temporalmente, pero siempre están allí, susurrándonos al oído o gritando su necesidad de ser atendidos. Conforme pasa el tiempo, si no los hemos honrado, estos anhelos se convierten en una desesperación dolorosa que lleva en si misma el sabor amargo de la decepción y del fallecimiento de la esperanza.
A veces, hemos pedido por años y con gran devoción por el cumplimiento de estos deseos, pero sentimos que no avanzamos y que no logramos aterrizarlos en la realidad de nuestra vida diaria. Y a pesar de que no los hemos podido cumplir, nada puede convencernos de dejar ir, de olvidar o de resignarnos a dejarlos ir. Nos sentimos adoloridos en el alma, porque sentimos que Dios se ha olvidado de nosotros y nuestras oraciones no han sido escuchadas. Nos sentimos defraudados de nosotros mismos y de Dios.
Hoy quiero invitarlo a ver las cosas desde un punto de vista diferente:
1. La Purificación de nuestros sueños: si bien en su centro son reales y puros, muchas veces vienen rodeados de ideas, creencias, y mini-deseos motivados por nuestro ego. Un beneficio de las oraciones que tardan en ser respondidas, es la purificación de nuestras motivaciones y de nuestra intención. Cuanto más arden nuestros sueños en las llamas de nuestra frustración e impotencia, más se quemarán las impurezas que hemos creado con nuestras expectativas y con nuestras condiciones.
Piense en este período de espera, como el período de la purificación de sus sueños y en su oración incluya: “Amado Creador de Todo lo Que Es, enséñame lo que se siente el regresar al estado puro-original de mis sueños, llevados como una semilla de potencial en mi alma para sembrar en el mundo. Que tenga yo la fuerza de pedirte lo que verdaderamente deseo en su estado más puro y limpio, desde la raíz de mi alma.”
2. Confianza persistente: No pare de pedir, desde el amor, desde la luz y desde la confianza. Derrame su alma ante Dios una y otra vez, hasta que se haya vaciado completamente, hasta que quede desnudo ante Él, hasta que, si bien su sueño es importante, su deseo de encontrar a Dios lo sea aún más y tome precedencia y hasta que la absoluta certeza en la bondad de Dios para con usted haya dado fruto en su corazón. Pida con gran amor, con gran humildad, con gran sinceridad, y con gran confianza.
3. Sea sincero: Quítese la vergüenza de pedir lo que verdaderamente desea. A veces disfrazamos nuestros sueños para quedar bien con Dios, para satisfacer a otros, para hacerlos caber en “nuestra realidad” sin causarnos incomodidad ni mucho cambio en nuestra vida. No queremos “hacer olas” o bien, a veces, nuestros propios sueños nos dan vergüenza. (Si este es su caso, le recomiendo escuchar y sanar la vergüenza a través del Episodio 9 de mi Podcast Mujeres Prósperas). No hay sueño que fructifique dentro de la mentira, ni dentro de la vergüenza. (¿Ve ahora la importancia de pasar por un periodo de purificar los sueños?)
4. Baje sus sueños a Tierra: Muchas veces de tanto que hemos soñado nuestros sueños en nuestra mente, se nos olvida pedir más allá del sueño: se nos olvida pedir ayuda para traer nuestro sueño hacia nuestra realidad diaria, para hacerlo tangible, evidente y vivo en el planeta Tierra, en nuestra vida. Este proceso se llama “actualización”, lo que significa: traer a la actualidad de nuestra vida, el sueño manifestado. Está bien diseñar su sueño en su mente, visualizarlo, y soñar despierto sus sueños, pero ahora, expanda el proceso hacia poder verlo, tocarlo, percibirlo y vivirlo como una experiencia real. Pida en sus oraciones: “Amado Creador, enséñame lo que se siente actualizar mis sueños, vivirlos y experimentarlos en esta realidad. Enséñame que es posible para mí, seguro para mí, y cómo hacerlo. Enséñame, gracias, gracias, gracias.”
5. La ofrenda y el ayuno: Cuando algo es verdaderamente importante para usted, demuéstrelo con actos auténticos de humildad y de generosidad de corazón hacia usted mismo, hacia sus seres queridos, hacia todas las personas con quienes tiene contacto, hacia los animales, las plantas, y hacia todos los reinos del Planeta Tierra. A la par de sus oraciones, puede dar ofrendas de tiempo, de amor, de servicio e incluso, puede entrar en ayuno, hasta que la paz y la certeza se hayan instalado en su ser. Estos son actos simbólicos, poderosos, que tienen como objetivo centrarnos en la humildad, en la idea de que para recibir, también es necesario dar. Demuéstrele a Dios que está hablando en serio.
Yo estoy convencida que Dios cumple sus promesas. Y hoy quiero invitarlo a sentir que Dios quiere y puede concederle los deseos de su corazón que tienen un motivo puro. Identifique el sueño que Dios ha puesto en su corazón y pídale insistentemente a Dios por ello, con seriedad, con alegría, con amor, con humildad hasta que obtenga su respuesta. Dios lo está escuchando.