La Negatividad es una forma de expresión muy efectiva para ponerle un alto a la posibilidad de la alegría, de las nuevas oportunidades y del desarrollo de una vida que merece ser vivida.
La negatividad es un hábito erróneo que se crea a través de experiencias dolorosas o bien de la necesidad de evitar la decepción (“Si espero lo peor y compruebo que lo peor existe en mi vida, estoy preparado y no creo ninguna ilusión para no desilusionarme más tarde”).
Yo diría que la negatividad, podría ser interpretada como un mecanismo de defensa en contra de la desilusión.
La negatividad una la lupa a través de la cual vemos nuestra vida, y obviamente lo que veremos estará distorsionado pues la lupa no refleja sino el punto de vista del observador.
La invitación que hago hoy es a que llame a la energía amorosa y sanadora de nuestro Creador, para sanar la herida dejada en usted por todas las veces y todas las formas en que esparció a través de sus palabras, de sus pensamientos y sus acciones la negatividad hacia usted mismo, hacia otros y hacia la vida.
Busque un momento de silencio y de solitud. Conéctese su negatividad, permítase sentirla y poniendo ambas manos en su corazón, diga la siguiente oración:
Amado Creador de Todo lo Que Es yo pido que limpies en mi, de acuerdo a tu entendimiento y definición y para mi mayor y más alto beneficio, las consecuencias tristes, y las heridas que ocasioné por todas las veces y todas las formas en que escogí expresarme dentro de la energía de la negatividad.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día sosteniendo un punto de vista amoroso y positivo de la vida, de mi mismo y de los demás.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día, sin esparcir negatividad a través de mis palabras, pensamientos y acciones.
Enséñame que es posible y seguro para mí vivir, cada día produciendo bienestar en todas sus formas y sembrando lo bueno, esperando lo bueno y expresando lo bueno desde tu Gracia y tu Amor Incondicional.
Gracias, gracias, gracias. Así es y hecho está.
Amén.
Y ahora, quédese un momento, viendo desde su imaginación, cómo una luz amorosa desciende sobre usted sanándolo, limpiándolo y restaurándolo. Abra sus ojos hasta que sienta que la luz se ha aquietado.