Hay momentos en nuestras vidas, en los que nos sentimos desconectados de los demás, de nosotros mismos, de Dios y de la vida. Al sentir que estamos solos, nos sentimos dentro de un desierto inhabitado en el cual si bien añoramos compañía, a la vez la rechazamos y no sabemos cómo aceptarla ni cómo re-conectarnos de nuevo con la luz.
La soledad se da a raíz de sentirnos separados y de haber olvidado cuán amados somos por Dios y cuán apoyados realmente estamos por toda la existencia.
Cuando nos sentimos solos, nos sentimos a la vez ansiosos, confusos, asustados, enojados, aprehensivos, tristes, rechazados, alienados, y curiosamente, nos podemos llegar a sentir como si hubiéramos sido expulsados de una matriz en la cual estábamos cómodos y sustentados.
Hoy lo invito a que llame a la energía amorosa y sanadora de nuestro Creador, para sanar la herida dejada en usted por todas las veces y todas las formas en que se ha sentido o todavía se siente solo.
Lo invito a recordar lo que se siente, el sentirse completa e incondicionalmente amado, acompañado, sustentado, e íntimamente unido a la matriz divina de Dios en la cual encuentra la certeza de que usted es y siempre ha sido parte de Dios, en Él, de Él y por Él.
Lo invito a saber que usted es ¡Uno con Dios y con la Vida!.
Busque un momento de silencio y sin interrupciones. Conéctese con su herida de haberse sentido o sentirse solo. Permítase sentirla y poniendo ambas manos en su corazón, diga la siguiente oración:
Amado Creador de Todo lo Que Es yo pido que limpies en mi, de acuerdo a tu entendimiento y definición y para mi mayor y más alto beneficio, el dolor, la tristeza, el temor y el vacío que sentí y siento por todas las veces y todas las formas en que me sentí y me siento solo.
Y te pido, que sustituyas todas estas emociones por tu Amor Incondicional.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día, sintiéndome completa e incondicionalmente amado, acompañado, sustentado, e íntimamente unido a Tu Matriz Divina.
Despierta en mí la memoria que guarda el recuerdo de la certeza de que yo soy y siempre ha sido parte de Ti, en Ti, de Ti y por Ti.
Enséñame lo que se siente sentirme Uno contigo, con la Vida y conmigo mismo.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día, sin sentirme solo, separado ni desamparado.
Enséñame que es posible y seguro para mí vivir, cada día, sintiéndome acompañado, sustentado, conectado, amado y ayudado incondicionalmente.
Enséñame lo que se siente reconstruir la confianza en mi mismo, en mi propio valor y en mi sentido de merecimiento para jamás volverme a sentir solo.
Gracias, gracias, gracias. Así es y hecho está.
Amén.
Y ahora, quédese un momento, viendo desde su imaginación, cómo una luz amorosa desciende sobre usted sanándolo, limpiándolo y restaurándolo. Abra sus ojos hasta que sienta que la luz se ha aquietado.