Activando Nuestra Luz Interior
Parte 4
De nada sirve hacer el llamado a la Luz si no vamos a estar presentes para recibirla. Si hacemos el llamado a la Luz, entonces necesitamos crear un espacio para que cuando llegue sepamos reconocerla, darle la bienvenida y permitir que entre. No basta con decir que queremos que la Luz se manifieste en nosotros: hay que demostrarlo.
Es necesario tomar responsabilidad y acción creando espacios en nuestra vida, en nuestro tiempo, en nuestro pensamiento, en nuestras rutinas, en el lenguaje que utilizamos, en nuestros comportamientos. Toda transformación lleva en sí la semilla que fructifica en el simbolismo de nuestros actos. Cuando la bengala se apagó en el cielo vasto, quedarán los trazos energéticos de nuestra existencia que guiarán la Luz a nuestra esencia. Y, cuando esto sucede sería útil estar listos para recibirla con humildad y alegría.
Tenemos la tendencia de empecinarnos en el dolor, en el sufrimiento, en la escasez, en lo que no funciona, en lo que no está bien, en lo que debería ser de otra forma, pero los Angeles nos instruyen y nos dicen que es en lo espacios vacíos, en el silencio, en la quietud en donde la conversación sagrada entre el yo que sufre y el yo que es luz pura, se inicia para encontrar ideas, soluciones, milagros, alegría, alivio, abundancia, paz y cualquier otra cosa maravillosa que el alma necesita para florecer.
Hay que abrir y crear espacios, y estar dispuestos a reorganizar nuestra vida alrededor del compromiso y la decisión que se tomó de vivir en Luz.
La comunión con Espíritu no sucede en medio del caos y la confusión: sucede cuando por un momento dejamos de perseguir o de huir. Cuando nos atrevemos a ascender desde el caos y la confusión a un espacio puro y quieto. Obsérvese que incluso en los momentos en los que se está en medio de un accidente, o un evento catastrófico, las personas que reportan milagros, acompañan sus relatos con la descripción de un instante en el que todo pareció suspenderse: los sonidos, las sensaciones y las palabras, y fue en ese instante suspendido, en el que se creó el espacio para que lo Divino pudiese manifestarse.
Entonces, busque momentos de paz y de silencio en donde no importa si baila, si pinta, si escucha música hermosa, si se decide por el silencio absoluto, lo importante es vaciarse a su manera, para dar espacio al amor del mundo para que se haga manifiesto. Apague los celulares, el cigarro, su voz interna, su necesidad de controlarlo todo. Suspenda por unos segundos, el peso de sus creencias y sus juicios, deje ir su necesidad de estar en lo correcto, y de quejarse, deje ir la adicción a enfocarse sólo en lo que no funciona, en el crimen, y en el sufrimiento. Cese el fuego, pare la batalla. Y entonces ofréndese el instante mágico de permitir la entrada a aquello que por tanto tiempo ha buscado y pedido: La Luz Sanadora, Todopoderosa y Milagrosa de la Fuerza Universal que crea los Milagros, las transformaciones más profundas y los cambios más extraordinarios.
Mientras más practica y se ejercita, más rápido y con menos protocolo la Luz podrá hacerse presente y crecer dentro de usted mismo.
El Universo no necesita de mucho para poder entrar por una pequeña rendija de oportunidad. Empiece con un minuto cada hora del día, y verá cómo al abrir tan sólo un instante al Infinito, la divinidad empieza a manifestarse en cada instante de su vida.