Cuando queremos ayudar a la persona que sufre no podemos perder de vista que él o ella es siempre libre de elegir cómo han de vivir su propia vida. Este ser que sufre, tiene su libre albedrío intacto e inviolable para elegir, la calidad de su respuesta a la situación que está viviendo. Esta persona puede elegir entre hacer todo lo que sea necesario para poder aprender las lecciones que le trae esta situación y desde ella crear algo mejor para si mismo y su familia, ó quedarse en el sufrimiento perpetuo. Es su decisión.
Y, si bien, podría no estar eligiendo aquello que nosotros, los acompañantes, consideraríamos como correcto, no podemos pretender ¨ayudar¨ a esta persona, queriendo manipular, o imponer nuestra voluntad y nuestra idea de lo que es, según nosotros, lo correcto.
Debemos entender, que esta persona, en su viaje como alma que es, está eligiendo, en forma consciente o inconsciente, vivir y pasar por esta experiencia de quebranto físico, emocional y/o espiritual. Sé que parece una locura pensar que la persona que sufre, lo hace porque así lo elige, pero no olvidemos que somos almas viviendo una experiencia específica en forma humana, y más importante aún, tenemos siempre la oportunidad de elegir nuestras respuestas frente a las situaciones que nos retan.
Sumando a esto, no olvidemos que cada pensamiento, cada palabra, y cada acción es una elección. Y aquí es donde entra la Ley Causal y del Karma:
La ley de la causa y el efecto dice que por cada acción que tomamos en nuestra vida actual inevitablemente el efecto de dicha acción se cristaliza.
Y la ley del Karma, dice lo mismo, pero incluye a todas las vidas pasadas: nos dice que todas nuestras acciones crean un efecto dominó sobre la energía de la vida; todo aquello que sembramos o que accionamos intencionalmente, se regresa hacia nosotros que fuimos el punto de partida. Una vez que esta energía discordante se ha puesto en movimiento, el proceso doloroso de regresarse a nosotros mismos se inicia hasta que la armonía de la vida se restaura.
Así que tengamos muy presente que si un ser amado, está sufriendo, puede ser porque su alma necesita pasar por esta experiencia para hacerse más fuerte y aprender algo vital para ella, o porque ésta persona a través de sus pensamientos, palabras, y acciones ha creado para si mismo la situación que hoy duele o que lo limita.
Una vez que conocemos esto, entendemos que estas leyes, deben ser tomadas en cuenta cuando sentimos la gran tentación de ver a nuestro ser amado como una víctima de los sucesos que le pasan. En realidad, es muy posible que esta persona esté recibiendo aquello que ha sembrado o aquello que su alma pidió vivir antes de entrar a su vida humana.
Esto es importante que lo sepamos de entrada y que lo tengamos claro porque toda la información que recibirán aquí y todas las recomendaciones que les daré, serán dadas dentro del contexto de esta verdad.
Nuestro Amado Creador, ha sido estricto e inquebrantable en su decreto sobre el respeto del libre albedrío y sobre el nunca interrumpir la libertad de los seres humanos. Nosotros entonces, cuando acompañamos a un ser que sufre, y cuando queremos ayudarlos, estamos sujetos a la misma Ley.
Todas las formas y estrategias que decidamos aplicar para ayudar, sostener y acompañar a nuestro ser amado en su caminar, deben ser entendidas como ayudas en el amor, más sin embargo, sin olvidar que esta persona tiene, y siempre va a tener, la última palabra de cómo quiere y elige vivir su vida. Nosotros no podemos vivir por él o ella, ni pretender que vamos a cambiar su rumbo, si él o ella así no lo desea.
Al ayudar entonces, la intención no es ¨salvar¨ a la persona sino acompañarla respetuosamente desde nuestra luz y poniéndonos al servicio de Dios y su voluntad con respecto a esta persona.
Si estamos claros en esto, podemos proseguir en los próximos artículos y conocer entonces las muchas maneras en que podemos verdaderamente ayudar.
Padre:
Que se haga tu voluntad en (mencione el nombre de la persona o personas a ayudar)
Bañále con Tu energía y Tu amor incondicional. Que la luz de Tu Gracia y Tu Misericordia se haga presente en su vida, de acuerdo a Tu definición y entendimiento.
Que los Ángeles que tu asignes, sean enviados al lado de esta persona para su mayor y más alto beneficio y de quienes le rodean.
Gracias, gracias, gracias.
En el nombre de Jesús.
Amén.