Busque un momento de silencio y privacidad. Ponga música hermosa y suave. Sentado cómodamente ponga sus manos sobre su corazón o en medio de su pecho (en donde se encuentra el Chacra del Corazón). Respire suavemente varias veces, y mientras lo hace, sienta su corazón latiendo en su pecho, bombeando vida a todo su cuerpo.
De gracias por su corazón. Hágase consciente de que Dios le sostiene la vida y que es a través de este latido sagrado que la vida se establece en su cuerpo día a día, minuto a minuto. Permítase entrar en un estado de Gracia y de Gratitud con Dios.
Ahora, relajadamente, respirando suavemente, vea con el ojo de su mente el paisaje de su corazón y véalo detenidamente. ¿Está en el desierto? ¿Se ha desconectado de la intimidad, del amor, del dar, del recibir? Vea claramente el paisaje de su corazón. No juzgue, no interprete, no saque conclusiones. Solo observe lo que le muestra su corazón.
Vea su paisaje interno y obsérvelo detenidamente ¿hay agua? ¿hay algún tipo de planta?, ¿no ve nada? ¿qué tipo de energía percibe en su corazón? ¿cómo se siente esta energía? ¿es densa? ¿es transparente y liviana? ¿tiene color y textura? Observe.
¿Qué tan lejos está usted de su corazón? ¿Se ve dentro? ¿Se ve fuera? Y, de ser así, ¿en dónde está usted en relación con su corazón? ¿Cómo se ve a usted mismo mientras observa el paisaje de su corazón?
¿Ve a su corazón aislado? ¿protegido por una coraza quizá? ¿lo ve conectado a algo? ¿a qué?
Respire y siga observando.
Y ahora, vea cómo una luz viene desde el centro del Universo. Esta es la luz amorosa de nuestro Creador. Vea cómo entra suavemente a su corazón. Sienta qué tan dispuesto está usted para admitir la Luz de Dios en su corazón.
Si está dispuesto a admitirla, vea con su imaginación, cómo esta luz sagrada llena todo su corazón de la energía divina del Creador, y mientras observa esto y lo permite, puede hacer la siguiente oración:
ORACION INVITANDO A DIOS EN EL CORAZON HERIDO
“Amado Padre, Creador de Todo lo Que Es, me estoy abriendo completamente a Ti. Yo libero todas mis necesidades en Ti. Tu conoces mi corazón y sabes lo que hay en él.
Te invito a sacar todas las toxinas de mi alma. Yo quiero cooperar contigo en la sanación que traes para mi corazón.
Yo permito que soples Tu aliento sagrado en mi vida. Aún con mi corazón herido y árido en este desierto, yo me abro al poderoso trabajo de sanación de tu Gracia en mi.
Yo lo declaro como mío. Gracias Padre, gracias. Te amo. Amén.”
Vea cómo la Gracia de Dios se esparce en su corazón y por todo su ser. Quédese allí un buen rato admitiendo y permitiendo que la energía divina entre a su ser a sanar, a limpiar y a restaurar. Cuando se sienta completo, lleno de paz y calma, abra sus ojos.
Si puede dibujar o describir en forma escrita el paisaje de su corazón que vio a través de esta meditación, hágalo. Durante una semana, observe cada día cómo está el paisaje de su corazón. Observe si algo a cambiado y de nuevo escriba o dibuje sus observaciones. Esto es muy importante para que usted se conecte con su corazón y vea los cambios que la sanación de Dios provoca en usted.