Aquí, le presento otra razón por la cual se le podría hacer difícil abrirse a recibir: ¡Trate de identificar si esta razón es una de las suyas y cree intenciones de luz para sanar todo aquello que no le permite recibir a manos llenas!:
3. Desconexión (apagamiento, aislamiento, desmotivación) Nos desconectamos, de los demás, de la vida y/o de nosotros mismos para no ser heridos. Si en algún momento nos hemos sentido abandonados, rechazados, humillados, culpados, atacados, etc., y no hemos sanado estas heridas es natural que, como mecanismo de defensa, tengamos una coraza puesta para evitar aquello que nos vuelva a provocar sufrimiento.
La desconexión es válida y entendible, siempre y cuando no terminemos de desconectarnos de todo y usando, inconscientemente, este mecanismo de defensa en donde y cuando no es necesario. La desconexión implica irnos de nosotros mismos, ausentarnos de nuestro cuerpo y de nuestra conciencia.
La premisa básica es que cuando experimetamos dolor o decepción, una parte de nuestra esencia vital se separa de nosotros para poder sobre vivir la experiencia escapando del impacto total del dolor. Y esto resulta en nuestra alma herida, fragmentada.
Es inevitable pensar que si nuestra alma está herida, y fragmentada, nuestra conexión con el Creador de Todo lo Que Es, con Dios, con la vida, con el centro de otras personas, esté interrumpida y no logremos establecer un contacto consistente con Él-Ella.
Para poder establecer contacto con Dios, y abrir nuestros canales de luz, necesitamos estar en el hoy y no en el pasado defendiéndonos de la sospecha del posible sufrimiento.
Si no sanamos nuestras heridas, el recibir se hace muy difícil pues nuestra energía está invertida en protegernos y no, en admitir lo que viene a nosotros.
Cuando estamos viviendo presentes y lo más completos posibles dentro de nosotros mismos es cuando sentimos la Gloria, la alegría y la fuerza de nuestro ser para crear, admitir y recibir al Universo entero en nuestro Ser y por lo tanto somos capaces de crear cualquier cosa y nada es imposible pues en la alineación con Dios, tenemos a nuestra disposición el infinito.