En nuestro caminar, inevitablemente hemos cometido errores, hemos lastimado a otros, hemos tomado decisiones contrarias a lo que hubiéramos querido crear, hemos violado nuestra integridad, y quizá nos hemos mentido más de una vez.
Es muy posible que tengamos emociones inconclusas del pasado y que vayamos por la vida cargando remordimientos, resentimientos o rencores.
En el práctica del amor por nosotros mismos, llega el momento en el que debemos decidir soltar, dejar ir y renunciar a todo aquello que hoy no sustenta el amor.
Es necesario asumir responsabilidad por nuestros errores, si. Y es necesario crear un compromiso serio y honesto de no volver a herir a otros intencionalmente.
Es necesario aceptar que si bien, también otros nos han herido, seguir cargando con rencores, no trae alivio, ni resolución, sino que nos atrapa en una espiral de oscuridad y maldad.
Es necesario hacer un recuento, aprender de nuestro pasado, honrarlo tal y como fue, aceptarlo tal y como se dió y nuestro papel en él, y hacerlo al mismo tiempo que somos compasivos con nosotros mismos, comprendiendo que nuestro pasado es lo que nos ha dado forma, madurez, experiencia, y carácter.
Es necesario darnos una nueva oportunidad para retornar al amor, para volver a sentir su sabor, su dulzura, su textura, y recordar su capacidad infinta de purificar hasta el corazón más lastimado y en sombras.
Lo invito a darse una cita con el perdón. Tóquelo, acéptelo, háblele. Perdónese. Deje ir el peso que hasta hoy el no-perdón ha dejado en usted. Limpie sus cicatrices. Hónrelas. Y luego, déjelas estar sin hacerlas ni más pequeñas, ni más grandes de lo que son.
Y camine, y ámese, y practique la compasión y la dulzura con usted mismo.
Amado Padre,
Yo suelto, libero y dejo ir el desamor, el rencor, el arrepentimiento, el reproche, la culpa y el resentimiento que tengo en contra de mi mismo.
Yo elijo abrirme al amor y retornar a él en mi.
Me perdono, me perdono, me perdono, y en el nombre de Jesús, paso la página
y en su gracia vuelvo a empezar.
Es en mi el amor de Jesús.
Es en mi el perdón de Jesús.
Es en mi la purificación de Jesús.
Es en mi la gracia del nuevo comienzo de Jesús,
en amor, en luz, en alegría por mi mismo.
Así es y hecho está.
Amén.