La primera razón por la cual las cosas se nos complican y pareciera que no hay forma de que salgamos de ellas es porque nuestra alma necesita que vayamos hacia otra dirección.
Como almas que somos, estamos en un viaje específico en el Planeta y cuando nos alejamos mucho del camino que venimos a recorrer tenemos un mecanismo que nos re-ubica y re-direcciona hacia donde debemos ir.
Así que cuando las cosas se nos complican y no logramos salir de ellas, podría ser una forma de forzarnos a nosotros mismos a re-dirigirnos y ajustar nuestro rumbo. Podría ser, en realidad, un estado de Gracia que nos invita a ir por el camino libre de sufrimientos, de dolor y asperezas.
A veces, ni siquiera se trata de un cambio extremo ni diametralmente opuesto a lo que está acostumbrado a hacer y ser, pero sí, puede tratarse de hacer un ajuste, de re-direccionarse, de hacer algún cambio que si bien pudiera ser pequeño, va a tener un impacto positivo en su vida.
El reto aquí, es que como no ve claro cuál es ese “otro camino”, entonces, se asusta y re-dobla su energía, tiempo, esfuerzo y atención en aquello que cree que “debería” estar haciendo (a pesar de que ya no le da buenos resultados) pero, como su alma necesita ir en otra dirección o al menos en una dirección re-orientada, termina trabándose como disco rayado.
Si este es su caso, es el momento de entrar en oración. Entrar en oración significa entrar en comunión sagrada con Dios, y con nosotros mismos, se trata de crear espacio para poder escuchar hacia a dónde es que debemos dirigir nuestra atención para cambiar la circunstancia que necesitamos cambiar.
Se requiere entonces que nos aproximemos a nuestra oración con gran humildad y que su intención sea la de conectar su interior sagrado a esta vida que está llevando pues la tendencia es la de desconectarnos de la luz (debido a nuestra angustia y a nuestro temor o a nuestro cansancio).
Los aspectos de la oración en los que nos debemos enfocar son:
– Crear espacio para escuchar nuestra intuición y nuestra inspiración divina.
– Llamar a los Ángeles o establecer un diálogo con su Ángel de la Guarda para que lo guíen, le abran puertas, oportunidades, para que le den pistas. (¡Claro está, que usted debe estar dispuesto a dar los pasos hacia los cuales está siendo guiado!)
– Bajar los brazos y rendirse. Aceptar el caos en vez de querer evitarlo, condenarlo o controlarlo. Dejar ir su necesidad de conseguir lo que desea exactamente como se lo imagina. Ábrase a una opción mejorada y diferente. Puede decir algo así:
Oración de Rendición:
“Yo soy una idea divina en la mente de Dios, y yo estoy siendo guiado ahora a mi lugar verdadero.
Yo suelto, libero, y dejo ir, todo y a todo aquel que no es parte del plan divino de mi vida.
Yo ahora me expando rápidamente dentro del plan divino de mi vida, en donde todas las condiciones son permanentemente perfectas.
Voy a donde mi alma necesita ir para mi mayor y más alto beneficio.”
Entonces, busque momentos cada día para entrar en comunión consigo mismo y con Dios pues empezará a tener ideas, inspiraciones y experiencias en su vida diaria en las que cuando menos sienta, estará completamente fuera de aquella situación que tanto quería resolver y se encontrará con que su caminar es fluido y libre de ansiedad, de dolor, y de sufrimiento.