¡Bienvenidos aquellos que creen en los Ángeles! (Y también, bienvenidos aquellos que quieren ser creyentes, los que están intrigados y los que tienen la curiosidad de ser creyentes.)
Al principio de la Creación, el Reino Angélico provino del aliento de Dios. Ellos fueron la primera manifestación de su espíritu. Él los creó para que acompañaran y cuidaran todas sus creaciones, para que también lo alabaran y trajeran felicidad al Universo.
Sin embargo, los Ángeles no son genios como Aladino, que trabajan para concedernos todos y cada uno de nuestros deseos. Ellos son los embajadores de Dios y se encuentran en una misión: ayudarnos a mantener la integridad de nuestras almas mientras navegamos las aguas traicioneras de nuestro ego, la actuación de nuestra sombra y las creencias que nos limitan y que nos pueden encarcelar si lo permitimos. Pero, sobre todo, y lo más importante, nos llevan a recordar que Dios se encuentra en la esencia de nuestro ser.
Jesús lo sabía: no había ni un rastro de duda en su ser de que él y Dios eran uno, y debido a que poseía esta verdad y era dueño de su ser, fue capaz de llevar a cabo su misión y propósito en esta Tierra.
Nosotros podríamos hacer exactamente lo mismo, ya que, al igual que Jesús, estamos programados para contener a Dios; su semilla se encuentra dentro de nosotros, en cada gota de sangre, en cada respiración, en cada célula, sistema, órgano y parte de nuestro cuerpo. Cuando Dios nos creó, nos formó de tal manera que nos fuera posible desarrollar y mantener nuestro conocimiento de Dios y regresar a Él en libertad, por nuestra propia voluntad.
Escuchen esto: siempre y cuando lo que pidamos venga desde el núcleo de nuestra alma, de la pureza de nuestros deseos sagrados, desde un lugar de verdadera bondad, los ángeles de Dios van a responder a cualquier llamado, nos ayudarán con todo, curarán cualquier cosa, abrirán cualquier puerta y, en general, estarán al servicio de nuestras almas durante 24 horas al día, los siete días de la semana, cuando estemos sufriendo o tengamos paz, para que podamos encontrar a Dios en nosotros y lo reconozcamos en la voz de nuestro verdadero ser.
Esta es la promesa que Dios nos hace.
Le pedí a los ángeles que me ayudaran a escribir este blog, y ¡me dijeron que les encantaría! Pero me advirtieron que Dios le ha estado hablando a la humanidad durante millones de años y muy pocos lo han escuchado.
Declaro que soy parte de esos pocos. Estoy escuchando.
¿Y tú?
¡Gracias por leer!
Yvonne