La envidia es sentir codicia por algo que no nos pertenece. Se basa en sentirnos inferiores por no haber elegido o tomado el camino que otro ha creado y ahora nos sentimos vencidos y en competencia con la otra persona.
La envidia es la raíz de muchas enfermedades del corazón espiritual (y físico). Cuando emanamos envidia desde nuestro corazón, el mensaje que nos damos a nosotros mismos y al mundo es: “No soy capaz de crear esto por mi mismo, tengo que desearlo y quitárselo a otro”. Esta es una forma muy triste y limitada de vivir y a pesar de que se le puede hacer mucho daño a quien se le envidia, el daño más profundo ocurre en la persona que envidia pues en vez de aprender del otro y de su éxito y buscar guía e inspiración de esta persona, elige hacerle daño y desapoderarse a si mismo haciéndose pequeño, mezquino y víctima, lo cual a su vez, lo imposibilita de crear algo verdadero y maravilloso para si mismo.
Existen dos curas para la envidia:
- La primera es conscientemente actuar en oposición a la codicia y capricho que se siente con respecto a otra persona o sus logros. Esto quiere decir, hacer algo que beneficie a la pesona que es envidiada. Por ejemplo darle un regalo (de corazón y útil), ayudarle en algo, o hacerle un favor. El propósito es que al ser generosos con quien envidiamos, hacemos que los pensamientos que alimentan a la envidia, no sean nutridos y aprendemos a amarlo y celebrar con esta persona sus logros. Esto nos conecta a esta persona de espíritu a espíritu, y no, desde el ego.
- La segunda cura es entender y saber con certeza que el sostener envidia en contra de otra persona, causa daño en si mismo: en su alma, en su mente, en sus emociones y en su cuerpo. A través de su evidia por otro, crea una resonancia disfuncional en su corazón y termina atrayendo otras cualidades negativas que solo lo lastiman y lo bloquean de crear algo positivo y edificante en su vida. No siembra nada bueno para su futuro, ni para el de sus hijos y sus futuras generaciones.
Amado Creador de Todo lo Que Es
Enséñame a vivir mi vida sin sentir envidia de nadie.
Enséñame a vivir mi vida, creando mis propios logros y caminando por caminos que me lleven a la honestidad, a la verdad, a la pureza, al servicio y al éxito personal.
Enséñame lo que se siente, vivir mi vida sintiéndome autenticamente feliz por los logros y aciertos de otros, y viviendo creando mis propios logros y aciertos.
Enséñame lo que se siente y que es posible para mi, tomar las decisiones acertadas para mi mayor y más alto beneficio.
Gracias, gracias, gracias.
En el nombre de Jesús.
Amén.