Lascivia se define como un deseo desbordado de necesitar y querer más y como un apetito desbordado y constante por algo.
Es natural y maravilloso el querer más, ya que es el impulso que motiva las creaciones del ser humano, pero cuando este deseo se convierte en un deseo desbordado, exesivo y que no permite apreciar lo que ya se tiene, lo que ya se ha logrado, y reconocerlo en gratitud y humildad, es cuando el Corazon empieza a enfermarse de lascivia.
La lascivia no nos permite albergar nuestras bendiciones y nos roba de poder maravillarnos en lo que ya es.
Signos de lascivia son las personas que concientemente están viviendo más allá de sus medios para mantener la apariencia de la opulencia y la facilidad con que las personas entran en deuda y viven contentos y tranquilos a pesar de la deuda, como si estar en deuda fuera un estado natural del corazón.
La lascivia es una enfermedad del corazón pues siempre pide más, quiere más, exige más y nada la llena, nada la satisfice, nada la alivia. En esta búsqueda ansiosa y constante, el corazón se llena de sombras y pierde su rumbo a la luz. Se agota y se llena de ruido y de insatisfacciones.
El tratamiento para la lascivia es intencionalmente dejarse experimentar el hambre que produce no llenarse con la siguiente cosa, y la siguiente y la siguiente. Es intencionalmente permitirnos vivir y sobrevivir el hambre de la ansiedad de llenarnos de algo que nunca nos llena y en vez, refleccionar sobre el ayuno de aquello que tanto deseamos desesperadamente.
Liberar el corazón de esta enfermedad require recordar que de lo que verdaderamente nos queremos llenar es de Dios, de su luz, y poder transitar nuestra vida desde nuestra propia luz interna. Lo que tanto buscamos desesperadamente es a nosotros mismos en la presencia de nuestro amado Creador. Esto es lo único que puede satisfacer al corazón hambriento. El vacío que sentimos es el vacío de nosotros mismos. Buscamos a Dios y a nuestro corazón en todo aquello que desesperadamente querermos alcanzar y que cuando alcanzamos no nos llena pues no responde a aquello que verdaderamente necesitamos.
Amado Padre,
Intencionalmente ayuno de todo exeso, de toda búsqueda vacía.
Lléname de ti que en ti todo basta, todo llena, todo tiene sentido, todo se manfiesta a cabalidad y en su justa medida.
Que sea yo capaz de estar satisfecho conmigo en mi, y contigo en mi.
Ceso la búsqueda, ceso la insatisfacción y ceso mi necesidad de querer más de lo que mi corazón me pide.
Gracias, gracias, gracias,
En el nombre de Jesús.
Amén.
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Y los hombres, pueden participar?…