Todo pensamiento negativo, es una enfermedad que causa rigidez, sequía y falta de circulación en el corazón; esto envenena nuestras percepciones, nuestra capacidad de visionar, de imaginar, nuestra intuición, y el recibir dirección divina. Nos lleva a ver nuestras experiencias a través del lente distorcionado de nuestros pensamientos negativos.
Los pensamientos negativos incluyen además del pesimismo y la expectativa de lo peor: el tener una mala opinión de otros, el asumir en ignorancia, el tener una actitud sospechosa, el permitirse hacer conjeturas sin saber todos los hechos, el albergar pensamientos envidiosos, avaros, limitados, pensamientos de escasez y de hacerle daño a otros y a uno mismo. Debemos, incluso, ser cuidadosos de no formar conclusiones con base en la apariencia de los demás.
Es obvio entonces, que, si nuestra verdadera intención es vivir una vida de bienestar, de abundancia, sana, y llena de luz, debemos negarnos a albergar pensamientos negativos.
La cura para los pensamientos negativos son dos:
- Cada vez que viene uno de ellos a nuestra mente, es necesario iluminarlo con la luz de nuestro corazón en amor, y dejarlo ir, como una nube que pasa.
- Es importante, también, sustituírlo por un pensamiento positivo y amoroso.
Amado Padre,
Que mi mente no sea más que una balsa de pensamientos amorosos, bondadosos, de abundancia, de compasión, de positivismo, de certeza en lo mejor de la vida.
Sean mis pensamientos para crear riqueza para mi y para los demás.
Que a través de mis pensamientos aprenda yo a sembrar paz, amor, bondad, honestidad, integridad, respeto y maravilla para la vida, para los demás, y para mi mismo.
Gracias, gracias, gracias.
Así es y hecho está.
En el nombre de Jesús.
Amén.