Alimentar el miedo a la escasez es equivalente a tener una opinión negativa de nuestro Creador.
El temor a la escasez no es más que la negación de nuestro propio poder de co-crear con Dios todo aquello que necesitamos, no solamente para subsistir, sino para crecer y disfrutar la vida.
Este temor nos hace mezquinos apegándonos al poco dinero que podamos tener, sintiendo que nunca es suficiente, que alguien nos lo quiere quitar, y que puede desaparecer de un momento a otro.
Dios es el proveedor y la fuente de toda riqueza y confort. Él-Ella nos ha prometido que todo aquel que cree en Él-Ella y aquel que ayuda a quienes lo necesitan, recibirá mucho más de vuelta.
Para vivir una vida abundante debemos tener una conciencia verdadera y amplia de Dios y nutrirla para poder caminar en la Tierra con dignidad.
Cuando funcionamos desde el temor a la escasez, podemos ser mal guiados en nuestros propósitos a causa de la desesperación, de la falta de confianza profunda y del temor de perder. Pero si funcionamos desde la certeza de que somos capaces, en Dios, de crear abundancia en todas sus formas en nuestra vida, y alimentamos nuestra confianza profunda, nuestra certeza y nuestra capacidad de cambiar nuestras circunstancias, entonces nuestros propósitos son dignos, son puros y desde esa perspectiva, nuestra riqueza aumenta en el amor, en la bondad, en dinero, en la compasión por nosotros mismos y por los demás.
La cura para el miedo a la escasez, es limpiar nuestro espíritu herido y nuestra tendencia a culpar a Dios de nuestros males. La cura empieza por tomar responsabilidad de que nuestras circunstancias son lo que son, por nuestras decisiones y acciones equivocadas, y no por un Dios que no nos ama o que nos castiga.
Cuando sanamos nuestros desacuerdos con Dios, cuando aceptamos que hemos proyectado en Él-Ella nuestra carencia de corazón, somos capaces entonces de unirnos, en paz y amor, con su energía amorosa y maravillosa y podemos crear con Él-Ella una vida próspera para nosotros y para otros.
Amado Padre,
Asumo responsabilidad total de mis circunstancias y acepto que he creado escasez en mi vida por mi desconfianza en mi mismo, por mis dudas, y por mis acciones basadas en el temor y en victimización.
Enséñame lo que se siente ser próspero en Ti.
Enséñame que es posible para mi, sanar mi espíritu herido y vivir mi vida sin echarle la culpa a otros, y a Ti por mis circunstancias.
Enséñame que es posible para mi vivir co-creando contigo una realidad más amable, más generosa, más bondadosa, más abundante cada día.
Es mi intención vivir en prosperidad y que todos mis pensamientos, acciones y palabras construyan esta prosperidad que tanto anhelo.
Eres Tu, Creador de Todo lo Que Es, quien me da el poder de crear riqueza. Nada ni nadie más que Tu, en mi.
Así es y hecho está.
Amén.