El estar protegidos y seguros significa que sabemos desde la profundidad de nuestro ser, que nada, ni nadie, puede tocar la integridad de nuestra esencia, ni la pureza inquebrantable de nuestra alma. Es sentir que hay una fuerza inexplicable, pero real, que nos protege y que vela por nuestro bienestar.
Desde el punto de vista de que somos almas con cuerpo humano y que venimos viajando desde muchas vidas, me gustaría invitarlo a que se haga consciente de que a pesar de todo aquello que pudo haberle pasado en esas vidas, aquí está hoy, intacto en su divinidad. El código de Dios vive en usted y se ha manifestado y viajado con y en usted a través del tiempo, desde el momento en que usted fue creado.
Es en esa conexión con nuestro Creador, y con su Amor que nuestra salvación, nuestra protección y nuestra sobrevivencia se asienta y vive. Es a través de la conexión con la luz de nuestro Creador, que nada ni nadie puede tocarnos. (Siempre y cuando, claro está, que usemos nuestro sentido común y nuestro libre albedrío para no exponernos voluntariamente a peligros y a circunstancias en las que su vida y su bienestar puedan ponerse, como una elección suya, en peligro).
Cuando estamos conectados con nuestro Creador, con su amor puro y su poder infinito, con su misericordia y estamos en entrega; cuando tomamos responsabilidad de nuestro bienestar; y cuando estamos conectados con el Amor, dejamos de atraer circunstancias dolorosas.
Cuando ejercemos nuestro poder amoroso, el que Él-Ella nos ha otorgado como hijos suyos, es como si abrimos un campo protector poderoso y casi atómico en su naturaleza y en su alcance, en el cual nos albergamos y sabemos, con una certeza absoluta, que somos hijos suyos y que como tales, tenemos la posibilidad, y la oportunidad de aceptar vivir una vida sin ataques, sin accidentes y sin desastres.
Entonces, nuestro primer paso es hacernos conscientes de que esta forma de vivir existe, de que es posible, y de que nuestro Dios, nos ha otorgado el regalo de co-crear con Él-Ella este campo de luz, a través de nuestra conexión directa y amorosa con Él.
Solamente debe recordar, que usted tiene su libre albedrío y al ejercerlo cuide que sea siempre para dar un fruto de luz, tomando responsabilidad de sus acciones y de su bienestar de la mejor forma que pueda.
Para empezar a hacerse consiente de su propia luz y para pedir la Luz de Dios puede hacer una oración como la siguiente, en humildad, en gratitud, en un deseo honesto y puro: