Uno de los aspectos más difíciles para mi, es el dejar ir mi necesidad de controlar las situaciones en mi vida. ¿Le pasa lo mismo? Cuando he deseado controlar los resultados, cuando me obstino y me pongo terca y no suelto (pues creo que si suelto las cosas no se van a dar), me he dado cuenta de que saco a Dios de la ecuación de mi vida.
En la necesidad de control no hay cabida para la confianza, para la fé, para lo milagroso, para que Dios se manifieste en toda su Gloria ayudándonos a lograr aquello que deseamos, sin dolor, sin sufrimiento, sin esfuerzo. En ese querer controlar las circunstancias de la vida, lo que en realidad estamos haciendo es lastimándonos, hiriendo a nuestro espíritu, pues el mensaje es: «No confío».
A continuación, le entrego la frase que yo utilizo para sanar a mi Espíritu Herido, y para impregnarme de confianza y de entrega a Dios hasta en los momentos en que mi necesidad de control es más aguda. Espero que le sea de ayuda a usted también:
«A pesar de que siento que debo y quiero controlar todos estos aspectos de mi vida (aquí mencione aquellos asuntos específicos con los cuales está batallando), yo suelto, libero, renuncio y dejo ir mis expectativas, mis juicios, y mis apegos con respecto a este asunto. Y yo elijo, aquí y ahora, rendirme a la voluntad de Dios, a su ayuda, a su apoyo y a su amor, para mi mayor beneficio y el de todos. Así es y hecho está.»
Esta es una publicación del blog de Yvonne: www.angelesenlacasa.com