El rechazo deja en nosotros la herida de no sentirnos aceptados ni amados incondicionalmente.
El todavía sentir dolor por haber sido rechazados lastima nuestra capacidad de expresarnos libremente y nos paraliza de atrevernos e intentar algo que deseamos.
El rechazo es como una marca que llevamos dentro la cual nos limita en nuestra capacidad creadora y de expresión libre. A raíz de habernos sentido rechazados, terminamos sintiendo vergüenza de ser quien somos, de cómo somos, de nuestras ideas, y de nuestra expresión creativa.
Hoy lo invito a que llame a la energía amorosa y sanadora de nuestro Creador, para sanar la herida dejada en usted por todas las veces y todas las formas en que fue rechazado.
Lo invito a aprender a sentirse completa e incondicionalmente amado y aceptado siendo quién verdaderamente es.
Lo invito a saber que usted es ¡perfecto y maravilloso tal y como es!.
Busque un momento de silencio y sin interrupciones. Conéctese con su herida de haberse sentido o sentirse rechazado. Permítase sentirla y poniendo ambas manos en su corazón, diga la siguiente oración:
Amado Creador de Todo lo Que Es yo pido que limpies en mi, de acuerdo a tu entendimiento y definición y para mi mayor y más alto beneficio, el dolor, la tristeza, el temor, y la vergüenza que sentí y siento por todas las veces y todas las formas en que fui rechazado.
Y te pido, que sustituyas todo estas emociones por tu Amor Incondicional.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día, sintiéndome aceptado incondicionalmente.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día, sin sentirme rechazado.
Enséñame que es posible y seguro para mí vivir, cada día, sintiéndome bienvenido, amado incondicionalmente y aceptado con mi luz y con mi sombra.
Enséñame lo que se siente atreverme a intentar todo aquello que deseo a través de mi libertad de ser tal y como soy.
Enséñame lo que se siente, el sentirme suficiente y perfecto tal y como soy.
Enséñame lo que se siente reconstruir la confianza en mi mismo, en mi propio valor y en mi sentido de merecimiento.
Gracias, gracias, gracias. Así es y hecho está.
Amén.
Y ahora, quédese un momento, viendo desde su imaginación, cómo una luz amorosa desciende sobre usted sanándolo, limpiándolo y restaurándolo. Abra sus ojos hasta que sienta que la luz se ha aquietado.