Cada vez que sentimos que nuestras expectativas, nuestros planes y objetivos no fructifican como deseamos, nos sentimos llenos de tristeza, de insatisfacción, de frustración. Estas emociones crean en nosotros una herida que más tarde, si no la sanamos, crea aún más obstáculos para la realización de nuestros planes y objetivos, pues encierra en si misma creencias de no-merecimiento, de no ser amados por Dios o por la vida y de alguna forma, de estar en desventaja.
Hoy quisiera darle la oportunidad para que llame a la energía amorosa y sanadora de nuestro Creador, para sanar la herida dejada en usted por todas las veces y todas las formas en que se sintió lleno de desilusión.
Busque un momento de silencio y de solitud. Conéctese con su desilusión, permítase sentirla y poniendo ambas manos en su corazón, diga la siguiente oración:
Amado Creador de Todo lo Que Es yo pido que limpies en mi, de acuerdo a tu entendimiento y definición y para mi mayor y más alto beneficio, el dolor, la tristeza, el temor, la frustración, la soledad, la rabia y la vergüenza que sentí y siento por todas las veces y todas las formas en que sentí y siento la desilusión de que mis deseos, mis sueños, mis planes y mis objetivos no fueron cumplidos.
Y te pido, que sustituyas todo estas emociones por Amor Incondicional.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día cumpliendo mi visión de mi, llenando mis arcas con mis sueños y deseos más puros realizados de acuerdo a Tu voluntad y a mi propósito de vida.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día, sin desilusión, sin frustración y sin temor de no florecer.
Enséñame que es posible y seguro para mí vivir, cada día, expresando mi creatividad, produciendo bienestar en todas sus formas.
Gracias, gracias, gracias. Así es y hecho está.
Amén.
Y ahora, quédese un momento, viendo desde su imaginación, cómo una luz amorosa desciende sobre usted sanándolo, limpiándolo y restaurándolo. Abra sus ojos hasta que sienta que la luz se ha aquietado.