Cuando sentimos que estamos en desventaja, o bien cada vez que sentimos pérdida, o cuando sentimos desesperación, impotencia o falta de amor, sentimos una tristeza que se siente hasta lo más profundo de nuestro ser.
En esa gran tristeza, sentimos que estamos solos en nuestro dolor y que nadie nos entiende o que a nadie le importa. Nos sentimos pequeños e indefensos y podemos llegar a aislarnos, enojarnos o victimizarnos.
Estas emociones crean en nosotros una herida que más tarde, si no la sanamos, crea aún más obstáculos para la realización de una vida plena, pues encierra en si misma creencias de no-merecimiento, de no ser amados por Dios o por la vida. Si bien la tristeza es una emoción natural, estamos siempre en libertad de elegir sanarla y liberarnos de ella. Siempre tenemos la opción de optar por la alegría.
Como el Ave Fénix, podemos renacer de las cenizas de la pena con nuestra confianza, nuestra belleza y nuestra vida en su máximo esplendor.
Hoy quisiera darle la oportunidad para que llame a la energía amorosa y sanadora de nuestro Creador, para sanar la herida dejada en usted por todas las veces y todas las formas en que sintió o que siente tristeza profunda.
Busque un momento de silencio y de solitud. Conéctese con su tristeza, permítase sentirla y poniendo ambas manos en su corazón, diga la siguiente oración:
Amado Creador de Todo lo Que Es yo pido que limpies en mi, de acuerdo a tu entendimiento y definición y para mi mayor y más alto beneficio,la huella dolorosa dejada en mi por todas las veces y todas las formas en que sentí y siento tristeza profunda.
Y te pido, que sustituyas esta huella por Tu Amor Incondicional.
Enséñame lo que se siente vivir mi vida, cada día sin tristeza profunda.
Enséñame Tu definición y entendimiento de lo que es la Alegría y la Felicidad.
Enséñame lo que se siente vivir cada día de mi vida, sin dolor, sin pena, sin frustración y sin temor de no volver a sentir la alegría.
Enséñame que es posible y seguro para mí vivir cada día de mi vida, sintiendo alegría, bienestar, sostenimiento y paz, a pesar de circunstancias difíciles que puedan estar sucediendo en mi vida.
Gracias, gracias, gracias. Así es y hecho está.
Amén.
Y ahora, quédese un momento, viendo desde su imaginación, cómo una luz amorosa desciende sobre usted sanándolo, limpiándolo y restaurándolo. Abra sus ojos hasta que sienta que la luz se ha aquietado.