Ser misericordioso es tener una disposición de bondad y compasión que otorga perdón inesperado o clemencia. Misericordia alivia el sufrimiento a través de actos de caridad o benevolencia. Misericordiosos actos generan agradecimiento, tanto en aquellos que han iniciado los actos y com en aquellos que se han beneficiado de ellos.
La misericordia y el perdón están estrechamente vinculados; el perdón es un acto de generosidad y compasión que fomenta la misericordia. Cuando extendemos actos de bondad y compasión a nosotros mismos y a otros, cultivamos misericordia y nos abrimos más fácilmente a nuestro propio trabajo de perdón – perdonarnos a nosotros mismos por el daño que hemos causado y perdonar a aquellos que nos han perjudicado. Hacer las paces y extender una disculpa genuina fomentan la experiencia de la expiación. Cualquiera que haya recibido el don del perdón sabe que es uno de los mayores regalos que puede recibir y su gratitud surge espontáneamente.
Amado Padre,
Pido perdón a Ti y a: (diga a quién pide perdón) por (diga por qué)
Y agradezco de todo corazón la oportunidad de sanar este dolor en mi ser, por el perdón que hasta hoy no me había atrevido a pedir y/o a dar.
Gracias por la gracia del perdón a mi mismo y a quienes me han herido.
Pido perdón y me abro a perdonar, a liberar, a soltar y dejar ir todo rencor, dolor, sufrimiento, remordimiento y deseo de venganza o revancha.
Hoy, yo renazco libre de rencor.
Perdono y pido perdón, pido disculpas por haber lastimado a cualquier ser en cualquiera de las especies creadas por mi amado Creador. (Enumere las veces y las formas en que hirío a alguien o algo, en forma consciente o inconsciente).
Perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón.
Y yo te doy, completa e incondicionalmente mi perdón, a ti, (diga el nombre de la persona) por (mencione las ofensas por las que perdona a esta persona). Te perdono, te suelto, te libero y te dejo ir.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias…
En el nombre de Jesús, así es y hecho está.
Amén.