Bendiciones son aquellas experiencias que tomamos en nuestras vidas como «buenas». El bendecir es santificar; es reconocer la presencia de la gracia; es conferir bienestar o prosperidad sobre otros; dotar; o invocar el favor divino a otros o a nosotros mismos. Dando gracias por nuestras bendiciones, es una manera de reconocerlas y honrarlas. La bendición de la palabra evoca una sensación de calidez y protección; sugiere que ninguna vida está sola o es inalcanzable. Cada vida está vestida de las vestiduras del Espíritu que secretamente lo vincula a todo lo demás. Aunque nos ocurra sufrimiento y caos, estos no pueden nunca apagar la luz interior de la Providencia. Las bendiciones son regalos que pueden abrir las puertas a la sanación, a la conexión, al significado y a la transformación. Esencialmente, el mundo no puede existir sin las bendiciones.
“Amadas personas que se cruzan en mi camino en este día, yo las bendigo…En el nombre de Jesús yo las bendigo, y les deseo el bien, les deseo prosperidad, salud, alegría y gozo.
Benditos sean hoy y siempre. Reciban la gracia de nuestro amado Creador y la de mi corazón. Amén.”