El corazón se enferma cuando no da. El miserable y tacaño ardientemente se apega a su riqueza, sea poca o mucha, y la guarda, la amontona y la atesora. La gente tacaña es aquella que es incapaz de soltar y dejar ir, aquello que los envenena.
La naturaleza del tacaño es tal que él no se beneficia de la riqueza de este mundo; y en el mundo del espíritu está en bancarrota por no darle a los necesitados. Al hacer esto, la persona se reúsa a purificar su riqueza y la previene de ser usada para la luz y traer alivio. El tacaño nunca se siente verdaderamente aliviado de la ansiedad pues esrtá constantemente preocupado sobre dinero y dedicado al servicio de su preocupación.
El ser rico implica ser magnánimo, generoso y tener una actitud de misericordia La caridad es una forma maravillosa en la que el corazón se llena de la luz de Dios.
Cuando somos generosos estamos en realidad, expresando nuestra gratitud a Dios, quien es el proveedor de toda riqueza.
Cuando damos a quien lo necesita, en forma generosa e incondicional, estamos purificando nuestra riqueza, nuestros bienes, y ultimadamente nuestro espíritu. Al dar generosamente estamos a la vez, purificando nuestra propia provisión de cualquier impureza que haya podido entrar en ella.
El tratamiento para la tacañería es realizar que aquellos quienes acumulan su riqueza sin dar nada, usualmente logran su riqueza solamente hasta haberse agotado de tanto trabajar por largos períodos de tiempo, día y noche. Mientras tanto, la vida pasa y el tiempo se acaba.
La cultura de querer más simplemente para tener y acumular más y más puede ocupar a una persona por toda su vida. Pero al final, la vida termina. Termina para el mendigo y para el tacaño, así sean jóvenes, rico o pobres, felices o tristes.
Debemos refleccionar mucho sobre esto, y entender que no hay verdadera riqueza sin generosidad.
El corazón se enferma en la tacañería y vive y se alegra en la riqueza generosa, en la actitud generosa, en la alegría generosa, en la bondad generosa, en la verdad generosa.
Amado Padre
Tu eres quien me da la fuerza y el poder para poder alcanzar la riqueza. Que no me olvide yo, que eres tú quien me da la gracia para lograr mi abundancia y prosperidad.
Todos mis fondos, mis bienes, mi riqueza, están a Tu servicio.
Purifico mi Corazón constantemente de la tacañería y de querer apegarme a mis bienes, sin generosidad.
En Tu generosidad camino, disfrutando agradecido de mi poder de crear prosperidad para mi y para otros.
Gracias, gracias, gracias.
En el nombre de Jesús. Amén.