El principio básico para purificar el corazón es la cortesía sagrada en relación a Dios. Debemos siempre recordar que estamos ante la presencia del Rey de Reyes y nos corresponde comportarnos apropiadamente y con respeto a su presencia.
Esta cortesía significa y comunica un sentido de ser humilde en la presencia majestuosa de Dios. Se refiere a la realización imponente de que cada uno de nosotros, en cada momento, vivimos y actuamos ante de la presencia sagrada del Creador de los cielos y de la Tierra, el Dios único frente a quien no hay poder ni potencia más grande en todo el Universo.
Cortesía con Dios, implica tratar de liberarse de la codicia y rechazar el hacer algo que no le corresponde a la luz y que está en disonancia con sus mandamientos.
Amado Padre,
Me postro ante ti, y te digo: tuyo soy.
En ti me alegro, en ti vivo, en tu luz camino.
Ante ti me maravillo y caigo de rodillas en humildad y gozo.
Sea en mi, Tu Voluntad.