Desde que el mundo existe, el corazón representa el símbolo más fuerte del amor y el centro de nuestros sentimientos. El corazón es más que una bomba con cuya ayuda la sangre circula por nuestro cuerpo. El corazón alberga el espíritu. Y el pensamiento, el amor, la intención y la virtud están contenidas en la ideogragía del corazón. Para poder vivir una vida digna, bondadosa, próspera y sana, es necesario que nuestro corazón esté vivo y lleno de luz pues así podremos caminar una vida honorable y recta.
Usted y todos los seres humanos estamos programados para contener a Dios. Su semilla se encuentra dentro de usted en cada gota de sangre, en cada respiración, en cada célula, sistema, órgano y parte de su cuerpo. Cuando Dios lo creó lo formo de tal manera que dentro de usted pudiera albergar un código sagrado que al activarlo, su poder creador en Dios despierte para que pueda entonces co-crear y manifestar con Él cualquier cosa buena y estar abierto a la Intervención Divina en cualquier momento.
Así que el corazón, es uno de los órganos críticos que alberga en sí la semilla latente, el Código Divino de Dios en usted.
Los profetas, sabios y maestros del mundo de los tiempos presentes y pasados repiten sin cesar que hemos de aprender a ver con el corazón. Y también nos hablan sobre las enfermedades del espíritu que pueden desarrollarse en el corazón y que, inevitablente, se reflejan en la vida que vivimos.
Si su mundo no refleja lo que usted quisiera, es porque en su corazón habitan enfermedades que minan la enegía amorosa y creativa del corazón y que crean emociones y convicciones que contradicen lo que usted dice que quiere en su vida.
El corazón es un órgano diseñado para la paz y la calma. Él gravita hacia esta paz y calma. Añora siempre recordar a Dios en si mismo y permitirle entrada a su luz. Cuando Dios no es recordado,cuando los seres humanos olvidamos a Dios, el corazón cae en un estado de agitación, confusión y desorden. En este estado es vulnerable a enfermedades (del espíritu y físicas) porque su contacto con la luz de Dios está fracturado. El aliento de la vida del corazón, es recordar a Dios y volverse a unir con él en cada latido. Sin esta unión el corazón se llena de sombras y termina muriendo.
En las siguientes semanas, estaremos viajando por los diferentes tipos de enfermedad que pueden aquejar a su corazón y usted aprenderá cuáles son los remedios para sanarlas y purificar de ellas a su corazón.
Amado Padre,
Me abro a ti, a tu Santa Presencia
Sea Tu Espíritu en mí
Sea Tu Luz en mi,
Que los rayos sanadores de tu luz, entren a sanar toda enfermedad, en mi espíritu, en mi corazón y en mi alma.
Regreso a ti voluntariamente, desde mi centro y te pido que te manifiestes en mi con tu amorosa presencia.
Sana mi corazón de toda enfermedad espiriual, física, y moral.
Sea en mi el Espíritu Santo.
Gracias, gracias, gracias.
En el nombre de Jesús, te lo pido. Amén.